Sunday, January 2, 2011

---Abuelos maternos.


Cuando era chiquita mi abuelito Pascual me llamaba la atención porque era muy callado, pero era bueno, muy bueno conmigo.
Recuerdo que una de las rutinas de El, era ir a buscar lena al campo para llegar y prender la estufa. El barrio donde el vivía con mi abuela Rosalba estaba bien cerca de las abandonadas vías del tren, No, miento!!! no estaban abandonadas pero no era muy común ver el tren, porque el que pasaba era un tren que trasportaba carbón, no gente. Entonces un par de veces fui con El de caminata por las manianas, El agarraba su bicicleta verde, y me decía que caminara a su lado hasta llegar a destino. Por lo general la que hablaba en el camino era yo, yo con mis mil preguntas. El solo silbaba o me apuraba si me entretenía en el caminito de tierra paralelo a las vías, con alguno de mis objetos preferidos...un palo de rama extraño, piedras de colores, de esas que parecen brillar con la luz del sol, o si me quedaba saltando de un lado de las vías hacia el otro, imaginándome que estaba cada ves mas ágil, y que la ultima ves me había salido mejor que la anterior....ahí era donde El con su voz firme me pedía que no me despegara de su lado. Creo que lo hacia para demostrarme que el estaba a cargo de la gran aventura..
Después de caminar por un rato llegábamos hasta donde estaban todas esas plantas muertas y ahí buscábamos los troncos, o palitos y ramitas secas, cuando teníamos suficiente volvíamos con la lenia atada en la parrilla y yo en el cano de la bicicleta, antes de subir, se ponía un broche de madera en el pantalón para que no se le fuera a ensuciar con la cadena de la bicicleta, sino que sermones de la abuela iba a tener que escuchar!
Así nos volvíamos despacito....pasábamos por enfrente de una gruta de la Virgencita que estaba decorada con fotos y velas derretidas, por el potrero de el barrio vecino que tenia sus arcos hecho de largos troncos gruesos y allá detrás de la curva ya teníamos la vista de la casita de adobe, toda verde agua por dentro, esperando a mi abuelito para empezar a dibujar esos rulitos de humo saliendo de la chimenea!
Siempre pensé que el mejor companiero del mundo era mi abuelo, porque su paciencia y caballerosidad eran únicas.
Todas las tardes esperaba en la puerta del frente a mi abuelita. La cual de seguro habría salido a la maniana a comprar al super con su bolsito azul que me recordaba a las rejillas de las redes de pescadores, o a la bolsa que trae encima Gasalla cuando representa a la abuela....es que era casi la misma.....jejejej

A la abuela le gustaba la timba, por lo que era un peligro cada ves que salia de compras, ya que siempre traía en sus bolsillos la pensión del pobre Pascual que era mas bueno que el pan, pero salia a la manana y recién llegaba por las tardes, ahí la esperaban los brazos de mi abuelo sin rencores, los ricos mates y la estufa encendida, donde calentaría ese doloroso callo del que se quejaba tanto...Normalmente se iba a jugar a las cartas a lo de Dona Patane, otra anciana sinvergüenza que era la companiera de aventuras de apuestas de la Rosalba. cuando no era el bingo, era la quiniela....y así dale que dale!
Por las noches de julio, cuando el invierno se hacia mas crudo, se sentaban todos alrededor de la mesa para jugar a la escoba, a veces se quedaba dormida y mi tío Meco junto a papa le cambiaban las cartas de la mano sin piedad a la vieja viciosa. Como era pequeña y no sabia contar, no me dejaban "juegar"! 
mi trabajo era fijarme que los porotos del puntaje estuvieran presentables, si encontraba algún huequito ya no servían, le llamaban desgaste aunque con el tiempo me entere que se lo comían las polillas.
El abuelo para esa hora estaba medio pegado a la pantalla del televisor para ver las noticias, es que las cataratas no le dejaban ver con demasiada claridad, ni la pimienta que le ponía a la sopa, siendo esta una de las razones de discusión con la abuela que le quería controlar las manchas negras que veía el en el plato! así era como se daba cuenta cuando la comida estaba picante imagino yo...

Papa siempre se quejaba de la abuela y le decía- Rosalba levanta las patas!- pero ella no hacia caso, por eso es que cada ves que hacíamos de las nuestras y la abuela se aproximaba lo sabíamos, esa era la alarma, y creería que su caminar era la razón de por que en ves de usar zapatillas caras prefería comprarse sus alpargatas azules con suela de yute, las cuales quedaban con mas bigotes que los del tío Alejandro.
Pero el corazón de estos viejos era de oro de 18 quilates, del mas caro y precioso.

Recuerdo que papa y mama decidieron no regalarme mas obsequios para reyes magos cuando cumplí mis 14 anios, pero al verme tan triste la abuelita decidió olvidarse de sus hobbys y me fue a comprar algo a la tienda y ese día hasta llego mas temprano.
El abuelito siguió con su rutina por anios y anios sin sentirlo quejarse en absoluto de nada. Crió un hijo de la abuela como suyo propio, jamas hizo diferencias y lo amo como a los otros 3. No había nadie en La consulta que no conociera y quisiera este par de viejos locos.
Yo orgullosa de ellos por tenerlos de abuelos, aun cuando de grande me pelie mucho con la abuela por el televisor y las novelas, y claro ella estaba con Celeste siempre Celeste y yo quería Jugate conmigo. y  por pavadas sin importancia pero jamas deje de amarlos.

Ahora estarán preparando la bienvenida para los que  nos toque ir a visitarlos, con los spagettis deliciosos que ni mama podía imitar.....San Pedro debe estar guardando las moneditas en escondidas de la abuela y el Pascual....recordando los geniales paseos conmigo de cuando juntábamos jarilla!

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