Tuesday, June 5, 2012

---El oficio de ser mama

Estoy hecha una mezcla de Bob Esponja y una S gigante, que se mueve con un caminar de pato con mezcla de pinguino....
La demanda de la maternidad es sumamente de alto precio.
Siento que ha pasado el tiempo volando en esta dulce espera, aunque lo que me costaba quince minutos de mi tiempo, hoy me cuesta cuarenta y cinco. El verano Texano ha sobrepasado las normales altas temperaturas en mi cuerpo. El calentamiento global hizo furor en mi living, en mi cuarto y a hasta en la misma ducha, no voy a olvidar el día que se rompió el aire a condicionado por veinticuatro horas. Ese día los niños y yo en panos menores combatimos el calor con abanicos de revistas, un ventiladorcito de treinta centímetros de alto y mucha agua para hidratarnos. Salimos en la camioneta a dar una vuelta de dos horas para distraernos y sentir la frescura del aire del automóvil, pero dos horas fuera de las veinticuatro no fueron nada, así que a la piscina fuimos. A la noche Marshall lego con un ventilador mas grande para la habitación de los niños, se noto la diferencia en su cuarto pero yo en el mio no cerré los ojos hasta las 3:30 Am. Mi marido roncando sudoroso entre las sabanas ni se entero de tal padecimiento. Mientras que yo con mis tantos kilos daba vueltas hacia un lado y hacia otro, miraba el techo, el reloj, las sombras de la noche y la cortina de la ventana abierta que estaba mas estática que un peinado con gel y fijador. Cuando alguna brisa se hizo presente finalmente descanse.

Cada ves que veo esas madres valientes que tuvieron cuatro, cinco, seis, ocho hijos, las admiro. Tuvieron todo el coraje de enfrentar una vez y otra mas esas facetas que hacen de nueve meses una eternidad. Y no se si solo me pasa a mi, pero veo a todas en este estado con un brillo tan especial que las hace mas hermosas. Todas excepto a mi misma que siempre cele esa belleza hasta que en mi turno no hago mas que descubrir mas detalles vergonzosos, retención de líquidos, una linea dibujada de mi ombligo hasta la zona oscura...y  el calzado con dos tallas mas grandes para los pies hinchados. La ropa sexy interior te ahorca las caderas y el cansancio no se quita ni durmiendo como adolescente. Debido a esto necesito agradecer profundamente a las industrias de bombachas para abuelas que me han regalado el confort en estos últimos dos meses.

Ahora...
Cosecharemos la siembra después del parto se que la dicha paga todo y cuanto vivimos en este periodo. Recuerdo la primera vez que vi a Nico, un gordito de cuatro kilos  trescientos gramos, de cabellera negra brillante y lacia. Comenzó a anunciarse  un viernes a las cinco de la tarde para querer salir el domingo, pero mi cuerpo se lo impidió por algún motivo. Ahí entre rabietas con enfermeras malhumoradas e impacientes los doctores tomaron la decisión de una cesárea recién el lunes a las seis de la manana. Yo a esa altura con mis 17 anios solo quería salir corriendo y volver mas tarde por mi panza....una silla de ruedas me llevo hasta el quirofano. Fueron cuestiones de segundos para que una aguja larga y de terror calmara los dolores después de pinchar mi espina dorsal. Los doctores trabajaban sin dejarme observar su labor. Con la luz fluorescente en mi cara escuchaba las apuestas que se hacían sobre mi hija o hijo ya que no me habían dicho que era Nico quien venia. Jamas quise saber para q fuera de gran sorpresa. A las diez en punto se escucho: Es un varón.
Mi hijo salio de allí con sus ojos grandes y bien abiertos para conocer a sus abuelos que esperaban ansiosos por vernos. Allí también conoció a su papa, y yo solo tendida no quería ni hablar.
Eran como las 12:30Pm y mama se paseaba al costado de mi cama para pedirme alimentar el bebe, yo les aseguro que en esos momentos lo único que pasaba por mi mente era el deseo de olvidarme lo que ese fin de semana había sucedido....en ese momento estaba traumada y enojada con todos. Hoy en día le llaman depresión post-parto, pero en ese entonces mi mama no entendía porque si tantos meses había amado tanto ese niño aun ni lo había registrado. A las dos de la tarde un milagro. Mama acostó a mi hijo hambriento es su camilla junto a mi. Nico dejo de llorar y sus mirada se cruzo con la mía, aun en su hambruna quedo calmo con solo escucharme, y yo....llore. Llore de culpa, llore de emoción, llore por verlo.
Las doce visitas llegaron como a las cuatro de la tarde, el bebe feliz de haber tomado la teta ya estaba listo para ser presentado en sociedad, mientras yo tenia ganas de sacar a todos de los fundillos para afuera. Obviamente con el convencimiento de mama opte por callarme y mantenerme inerte con mi dolores in- tuertos y la anestesia a medio ir. No había podido ni tomar agua, ni comer, ni hablar, y por sugerencia de una enfermera no muy inteligente, ni había tomado calmantes para que no se me cortara la leche, según ella! Imagínense una cirujia mayor y sin calmantes fue una tortura china!
A las seis de la mañana del otro día vino el doctor Salinas a pedirme que camine para que mi recuperación fuera pronta. No esperaba que al momento de decírmelo me levantara de la cama y empezara a andar. Mi mama me quería ayudar tirándome suavemente de un brazo, pero yo necia no la deje. Era como si al querer ayudarme me hiciera doler mas las heridas. Me da risa cuando recuerdo las caras del medico y mi mama; no se las puedo describir! Ellos con la experiencia de haber visto otras pacientes pasar por lo mismo esperaban que yo me levantara para la tarde y rezongando. Yo solo se que después de haber estado cuatro días allí dentro solo quería mi libertad física de nuevo.
Volver a casa fue lo mas placentero después de tan fuerte experiencia, totalmente diferente al nacimiento de mi Ian! Pero eso se los cuento luego porque Nico tiene hambre, mama no esta aquí para arrullarlo y ni cruzando las miradas esperara paciente...este pibe quiere sus alitas de pollo y las quiere ya...pero YA!!!!

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